lunes, 9 de marzo de 2009

Bodorrios


Si hay algo que nunca imaginé que haría en mi vida es probarme un vestido de novia. Fue el sábado, previa cita; mi hermana Mechi (sí, vos Robertaaaaa) se casa en noviembre y me pidió que me pruebe un vestido que le gusta.
Allí estaba yo, puntual, en Pronovias, sentada ante un book de vestidos todos blancos, todos con encaje, todos simil a “princesa por un día”, sin saber qué elegir ni qué contarle a la dependienta que me miraba detrás de sus gafas y mofletes regordetes.
Los vestidos tenían nombres cursis como Radiante, Hechizo, Respiro, Hada, Nacar, Sharon o Saturno.
Luego de las preguntas de rigor: fecha del compromiso y medida del tacón, bajamos a una probador donde estaban ellas, las futuras novias y damas de honor, mayores de 35 años, con algunos kilitos de más, desfilando orgullosas ante una audiencia de dependientas, padres, madres y mejores amigas que intentaban exagerar sus suspiros ante la novia embutida en kilos de gasas y telas que tenían un valor promedio de 3000 eurazos.
Que quede claro: estoy a favor de las bodas y todo tipo de unión entre personas que se quieran y tengan la ilusión de amarse y cuidarse para toda la vida. Y más si los dichosos novios quieren compartir su felicidad con un público ávido de alcohol y fiesta.
Pero esta banalización sin sentido de las bodas hacen que las mismas se queden obsoletas y ridículas. ¿qué pinta una mujer rolliza, feucha, cerca de los cuarenta y pueblerina con un traje de boda blanco e impoluto a lo Letizia?
Mechi, consejo de hermana: vos que sos aún joven y delgada, despierta y lista, cómprate un vestido que te guste un rato, que te permita bailar como una loca (as always) y no pierdas tiempo en estas tiendas engañabobos que sólo sirven para crear falsas ilusiones y son el puntapié de deudas y fracasos matrimoniales. Que nadie te diga cómo debe ser tu boda, qué tenés que usar o a quien tenés que invitar.
Por cierto Roberta, ¡ya estamos ahorrando para noviembre!

2 comentarios:

fuerza di! dijo...

Estoy 100% de acuerdo!
Yo era anti fiesta, pero mi novio quería una! Le dí el gusto y todo el mundo empezó a joder con el vestido y la modista(mi suegra la primera) De solo pensarlo me hastiaba.
Decidí ir a mirar telas por Azcuénaga (calle de novias) Entré a un lugar y pregunté si tenían vestidos hechos. Me dijeron: en el primer piso. Subí y me dieron dos que concordaban con mi talle.

El primero no me iba, el segundo me quedó perfecto. Ahí, así, solita mi alma y sin público testigo, le dije a la vendedora: ok, lo llevo, lo pago abajo y lo vengo a buscar el 20 de julio (un día antes de la iglesia)

Anónimo dijo...

Si, las bodas estan obsoletas. Personalmente, me sentiria absurda desfilando por la alfombra roja de una iglesia que no piso nunca, vestida de una princesa que no soy yo y con gente mirandome y llorando vaya a saber porqué.

Lo de la fiesta es otro quilombo, que si viene tal pariente o amigo de los padres (que por más que no quieran, siempre terminan metiéndose). Y mientras tanto, los billetes no se esfuman; directamente, desaparecen.

Casi diría que el casamiento es el primer parto de una pareja. Al principio todos contentos, hasta que surge el malestar con las primeras planificaciones, que (oh) duran mas o menos, 1 año-9 meses. Pero si todo sale como se esperaba, tendremos una bonita, sana y deseada Luna de Miel. Besos, guapa. Sofi.